Proyectos sobre la muerte

Las especificidades culturales de ciertos espacios funerarios (un cementerio en México, un crematorio en Estados Unidos, un mausoleo en Colombia), me han revelado sus maneras de permitir el tránsito entre entre vida y muerte, así como las posibilidades que ofrecen a los vivos de construir sentido sobre la idea de desaparición del cuerpo. Para esto me he aproximado a algunas prácticas funerarias inscritas en estos espacios, observando cómo los restos materiales asociados a ellas se encuentran en un intersticio entre vida y muerte: lápidas exhumadas, objetos rituales y restos humanos han sido algunos de mis objetos de interés. 

 
 
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Lo único que queda (California)

Este proyecto, creado en el curso de una residencia en Grand Central Art Center, Santa Ana, Estados Unidos, comienza con el proceso de transformación de restos humanos en un crematorio. Encontré que los cementerios de esta ciudad están estrictamente regidos por normas, protegidos como patrimonio, y entendidos como lugares de permanencia y perpetuidad. En los crematorios, por el contrario, observé que las cenizas humanas están atravesadas por procesos intrínsecos de separación: en el cuerpo biológico se encuentran a menudo implantes y piezas metálicas que son separadas, por su artificialidad y extrañeza, para luego ser expulsadas como desecho. Las partes artificiales, ya expulsadas del cuerpo, representan paradójicamente algo de él que no muere: son aquello se resiste a ser desmaterializado. 

 
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Lo que existe, lo que no existe (Bogotá)

La arquitectura vertical del Cementerio Central de Bogotá se comporta como la ciudad (igualmente vertical) que está afuera, reproduciendo de manera fidedigna sus procesos de acumulación y decaimiento: la muerte alojada en los mausoleos de este cementerio actúa como reflejo de la vida. Teniendo en cuenta esta resonancia entre la ciudad y el interior del Cementerio, entre lo vivo (afuera) y lo muerto (adentro), emprendí la tarea de diagnosticar el estado físico de las edificaciones que conforman el cementerio. Para esto,  reproduje la superficie de su construcción más antigua, tumba por tumba, a través de una serie de calcos en frottage de cada lápida. Todos los calcos combinados forman una réplica de la superficie del Cementerio: un documento de su presencia, de su escala y del estado quebradizo de sus lápidas, que se despliega en el espacio de exhibición. Este ejercicio también hace posible que un espacio para la muerte (afuera) irrumpa en un espacio para la vida (adentro).

 
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Cadena de sacrificio (Bogotá)

Como parte del proyecto Lo que existe, lo que no existe, recolecté evidencias de prácticas funerarias que existieran en los márgenes de aquellas instituidas dentro del Cementerio Central de Bogotá, alrededor y en el interior de sus tumbas. Encontré pequeños papeles con oraciones y mensajes escritos sobre ellos, que pueblan este panteón como pruebas de la existencia de otras visiones sobre la muerte. Recuperé uno de estos papeles, y luego creé un dispositivo a partir de él: el dispositivo proyecta y transforma la oración sobre el muro del espacio expositivo, abriendo en él una extensión viva y dinámica de la práctica a la cual se refiere.

 
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La vida de las cosas muertas (Ciudad de México)

Este proyecto es el resultado de una residencia apoyada por el FONCA y el Ministerio de Cultura de Colombia, que tuvo lugar en Ciudad de México. Identifiqué características comunes a varios cementerios de esta ciudad, apuntando a entender qué significa el acoger la muerte en ellos. Encontré que la infraestructura física de sus tumbas se convierte rápidamente en ruina: los cuerpos circulan en rápidos procesos de inhumación y exhumación, mientras los mausoleos, específicamente construidos para mediar entre elreino de los vivos y el de los muertos, se acumulan, hechos escombros, en la periferia del cementerio.